Rezar frente a centros de aborto no es un delito: una sentencia importante

Reproducimos este artículo de Luca Volontè publicado en lanuovabq.it. Al estar en italiano hemos optado por una traducción automática al español:

Un juez español ha absuelto a voluntarios de 40 días de por vida en juicio por rezar delante de una clínica de abortos. Se ha consagrado un principio legal importante.

A pesar de que reina la confusión y los escándalos del presidente del Gobierno Sánchez y sus partidarios socialistas nublan la política y la sociedad españolas cada día, surgen buenas noticias: hay un juez justo en España. Los voluntarios españoles de «40 Días por la Vida«, parte de la red global de católicos y cristianos evangélicos que demuestran su pasión por la vida del no nacido rezando frente a clínicas de aborto en todo el mundo, denunciados en 2022 por rezar frente a una clínica de abortos en Vitoria (País Vasco), han sido absueltos de los cargos.

El juez consideró que se habían manifestado «de manera extremadamente pacífica» y que no hubo delito de coacción, tal y como preveía la ley buscada por Sánchez y su coalición de comunistas y sicarios. Esta es la Ley Orgánica 4/2022 que castiga con prisión a cualquiera que acose a mujeres que acudan a clínicas de aborto, incluidas oraciones o manifestaciones, si se considera coacción o una forma de acoso que perjudique su libertad.

Los hechos juzgados tuvieron lugar entre el 28 de septiembre y el 6 de noviembre de 2022, cuando varios voluntarios de la campaña «40 Días de Vida» fueron denunciados por rezar cerca de una clínica de abortos. Unos días después, un juez escuchó sus declaraciones y, como precaución, les prohibió acercarse a menos de 100 metros de la clínica. La denuncia se extendió a varias personas más y no hubo fallo judicial hasta el martes 9 de diciembre. Por ello, el juez rechazó las razones presentadas en la demanda presentada por la clínica de abortos, que pedía una condena de cinco meses de prisión para todos los voluntarios que rezan, posiblemente sustituida por 75 días de servicio comunitario, así como una compensación de 20.000 euros.

Por el contrario, el Tribunal Penal Número 1 de la ciudad de Vitoria dictaminó que los manifestantes se manifestaron «de manera absolutamente pacífica» sin intención ni efecto coercitivo de la voluntad de las niñas y mujeres que querían abortar, ni impedimentos para acudir a la clínica. Los tres argumentos presentados por la magistrada Beatriz Román, autora de la sentencia, son muy claros y sencillos:

– Libre derecho de reunión. Los demandados «no hicieron más que ejercer su libre derecho a reunirse, eligiendo un lugar cerca de una clínica donde se realizan abortos. Sentían que expresar sus demandas en ese lugar y de la manera en que lo hacían era la forma más adecuada de transmitir el mensaje que quieren transmitir —rezando por la vida y ofreciendo su ayuda— directamente a los principales destinatarios»;

– De una manera «pacífica». Todo esto, añade el magistrado, fue comunicado correctamente a la autoridad competente y se llevó a cabo en silencio de una manera «exquisitamente pacífica»;

– No hubo ofensa ni presión contra los trabajadores o madres que acuden al centro de abortos.

Una sentencia que también es un hito legal, ya que es el primer juicio de este tipo celebrado en Europa y respalda la tesis respaldada por la defensa: los acusados se limitaron a rezar en silencio y expresar su apoyo por la vida, sin insultar ni ejercer presión sobre los trabajadores o usuarios del centro. Es muy probable que la sentencia de primera instancia sea apelada ante el Tribunal Provincial de Álava por la clínica de Vitoria, pero también por organizaciones proabortistas y multinacionales de todo el continente europeo, así como por la Fiscalía.

No obstante, la decisión del juez Román envía un mensaje claro: la oración pacífica, respetuosa y silenciosa, incluso frente a una clínica de abortos, entra dentro del alcance de las libertades fundamentales reconocidas por la Constitución, aunque resulta muy llamativo demostrar cómo las simples oraciones silenciosas pueden constituir «acoso» o «persecución» o que existe alguna coacción, dado el poco de personas reunidas en cada ronda de oración fuera de la clínica. Por tanto, hay justicia en España, no solo la que está surgiendo obstinadamente y revelando los densos complots de corrupción del presidente del Gobierno Sánchez y su Partido Socialista, sino también una justicia que aplica la ley sin interpretaciones iliberales ni anticristianas.

Malestar en Europa

Acabo de leer un artículo en la Razón, en donde Susana Gómez comenta las críticas de EEUU a Europa en un texto de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de EE UU. Desde luego tenemos de qué preocuparnos ante la deriva antidemocrática que están tomando las instituciones europeas que parecen ocultarnos todo lo que no sea políticamente correcto, en un intento de amordazar las conciencias.

Veamos algunos párrafos de este artículo (en cursiva y con lista de guiones) seguidos de algún comentario por mi parte:

  • “… Y es que en lo que concierne a Europa, el texto critica una supuesta pérdida de democracia y libertades y ataca duramente a las instituciones europeas al estilo de los partidos ultra del continente: “Los problemas más importantes que enfrenta Europa incluyen las actividades de la Unión Europea y de otros organismos transnacionales que socavan la libertad política y la soberanía, las políticas migratorias que están transformando el continente y generando conflictos, la censura de la libertad de expresión y la supresión de la oposición política, el desplome de las tasas de natalidad, y la pérdida de las identidades nacionales y de la autoconfianza”, puede leerse en la página 25. También se habla del ‘declive’ económico de Europa, que supuestamente tendría su origen en dichas instituciones y su legislación, y advierte en tono apocalíptico, que el continente tiene que cambiar de rumbo porque, de otro modo, «dentro de 20 años o menos, no será reconocible’.”

La autora del artículo habla de “una supuesta pérdida de democracia y libertades”, pero en mi opinión no me parece tan supuesta sino real; ¿qué podemos hacer los votantes de los partidos sino obedecer lo que ellos nos digan?; ¿qué opciones tenemos sino oír una y otra vez las mismas opiniones que nos presentan las grandes cadenas de televisión…?

  • “… Estados Unidos asegura además que se dedicará a “ayudar a Europa a corregir su trayectoria actual”, así como a “fomentar la resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de los distintos países europeos”. Al mismo tiempo, la expansión de la OTAN se evalúa de manera crítica, y se sugiere frenar la expansión de la Alianza. En definitiva, no se considera a la UE como un actor político independiente, sino más bien como un espacio cuya estabilidad y orientación deben alinearse con los intereses estadounidenses. Además, asegura que los gobiernos europeos tienen “expectativas poco realistas” sobre el fin de la guerra en Ucrania.”

Ahora, la autora del artículo menciona el interés de EE. UU. por limitar la expansión de la OTAN. Efectivamente, creo que sería conveniente que Europa dejara de fomentar la hostilidad entre Ucrania y Rusia para que acabe esta guerra infernal cuyos perjudicados son en primer lugar Ucrania y los miles de muertos de ambas partes, y los beneficiarios la industria armamentística. Es una pena que desde el comienzo de las hostilidades Europa haya sofocado propuestas realistas de paz alimentando la guerra.

  • “… En Berlín, donde aún recuerdan el discurso del vicepresidente J.D. Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich, no ha sentado nada bien. El ministro de Exteriores de la democracia cristiana, Johann Wadepuhl, ha asegurado que van a «evaluar de manera intensiva la nueva estrategia de Estados Unidos en todos los puntos”.

Aconsejo la lectura de este discurso de J.D. Vance, del que extraigo estos párrafos:

… estamos reunidos en esta conferencia para hablar de seguridad. Normalmente hablamos de las amenazas que pesan sobre nuestra seguridad exterior y veo a muchos altos cargos reunidos aquí hoy. Pero aunque la administración Trump está muy preocupada por la seguridad europea y cree que podemos llegar a un acuerdo razonable entre Rusia y Ucrania, también creemos que es importante que Europa tome medidas importantes en los próximos años para garantizar su propia defensa. Porque la amenaza que más me preocupa en Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza desde dentro: el retroceso de Europa en algunos de sus valores más fundamentales. Valores compartidos por lo demás con Estados Unidos. …

Me sorprendió que un excomisario europeo se expresara recientemente en televisión para alegrarse de que el gobierno rumano anulara unas elecciones presidenciales. Advirtió de que, si las cosas no salían como estaba previsto, lo mismo podría ocurrir en Alemania. Estas declaraciones temerarias son chocantes para los oídos estadounidenses. Durante años, se nos ha dicho que todo lo que financiamos y apoyamos se hace en nombre de nuestros valores democráticos comunes. Todo, desde nuestra política hacia Ucrania hasta lo digital, se presenta como una defensa de la democracia. Pero cuando vemos a los tribunales europeos anular elecciones y a altos funcionarios amenazar con anular otras, debemos preguntarnos si nos imponemos normas lo suficientemente altas. Y digo «nosotros» porque creo fundamentalmente que estamos en el mismo equipo.” …

Me temo que la libertad de expresión está retrocediendo. Y, queridos amigos, en aras del humor, pero también de la verdad, estaré dispuesto a admitir que, a veces, las voces más fuertes a favor de la censura no provienen de Europa, sino de mi propio país, donde la administración anterior amenazó e intimidó a las redes sociales para que censuraran lo que ella llamaba desinformación. Desinformación, como por ejemplo la idea de que el coronavirus probablemente se había escapado de un laboratorio en China. Nuestro propio gobierno animó a las empresas privadas a silenciar a las personas que se atrevían a decir lo que resultó ser una verdad evidente. …

Pero lo que ninguna democracia, ya sea alemana, estadounidense o europea, sobrevivirá es a decirle a millones de votantes que sus pensamientos y preocupaciones, sus aspiraciones, sus peticiones de ayuda son inválidas o ni siquiera merecen ser tomadas en consideración. La democracia se basa en el principio sagrado de que la voz del pueblo cuenta. No hay lugar para las barreras sanitarias. O defiendes el principio o no lo haces. El pueblo europeo tiene voz. Los líderes europeos tienen la opción. …»

El síndrome postaborto

Publicamos estos relatos tomados de un artículo – El debate sobre el “síndrome postaborto”: que hablen los protagonistas – de Ana Sánchez de la Nieta publicado en Aceprensa:

Frente al debate político, el dolor personal

«… Es el caso de Paula que, cuando tenía 20 años y estudiaba la carrera, se quedó embarazada. Después del desconcierto inicial, con la ecografía en sus manos y la premonición del ginecólogo -“parece niña”-, se ilusionó con la idea de ser madre. Pero la ilusión le duró pocos días. Su novio estaba aterrado. No quería ser padre, tenía planeado un Erasmus, deseaba seguir sus estudios y olvidarse cuanto antes del “problema”. Paula estaba firme: tendría a su hija con o sin él. Pero entonces intervinieron los adultos: sus padres y, sobre todo, los de su novio. Le pidieron volver a casa -estudiaba fuera de su ciudad- para hablarlo con calma. “Fueron dos días de llantos, de chantaje psicológico, de ‘no nos puedes hacer esto’ y de ‘tranquila que no te vamos a dejar sola’. Mi fortaleza iba resquebrajándose. Me habían alejado de mis amigas, que me apoyaron en todo momento, y ahora tenía delante a cinco personas repitiendo que les iba a arruinar la vida, que era una egoísta”.

Paula terminó cediendo. Han pasado muchos años, pero cuando relata su paso por la clínica, recuerda, como si fuera ayer, todos los detalles. La sala, los objetos, las caras del resto de las chicas, las conversaciones de las enfermeras antes de sedarla… “Esa noche no pegué ojo: ni la siguiente, ni la siguiente… cuando cerraba los ojos empezaban las pesadillas. Niños llorando, bebés por todas partes, mujeres embarazas contando lo felices que eran con sus hijos… así una noche y otra y otra… innumerables noches sin dormir, llorando, asustada, sintiéndome basura. Había matado a mi hijo, a mi propio hijo, todo lo que yo defendía, todos mis principios, mis valores, los había tirado por la borda. Me dijeron que no me iban a dejar sola, pero eso es exactamente lo que ocurrió. Nadie me entendía, todos se habían quitado su peso de encima y estaban felices pero, ¿y yo? Nadie se preguntó cómo lo estaba pasando yo, su problema ya estaba solucionado, lo que viniera después no les importaba. Estaba sola”.

Después de mucha ayuda profesional y un proceso de sanación, María afronta el futuro con esperanza, pero no puede evitar resolverse cuando alguien niega las consecuencias del aborto. “Cada vez que oigo que no existe un síndrome postaborto me da bastante rabia, es como si me dieran un puñetazo, porque es algo que, para los que lo hemos vivido, es muy real. Y me enfada que se piense que esto es algo que tiene que ver con el partido al que votas o dejas de votar, cuando se trata de una vivencia”.

Una vivencia que, en palabras de María, deja una huella de por vida:  “Lo pasamos muy mal durante todo ese proceso y no nos llegamos a curar del todo. Simplemente aprendemos a vivir con ello, pero siempre hay alguna cosa que nos lo recuerda. Y es cierto que, a lo mejor, el dolor lo aprendes a abrazar un poco y ya no es como los primeros días, porque lo has tratado como tratas una depresión o como tratas cualquier tipo de enfermedad. Pero es una enfermedad crónica… mejoras, pero no desaparece”.

María subraya el contraste de que se quiera negar una información que, en cualquier otra intervención, sí se da: “Es delirante: cada vez que vas a realizarte una operación del tipo que sea te dan toda la información: los pros, los contras, lo que te puede pasar, los riesgos… Pienso que -en el aborto- deberían también informarte de las consecuencias que conlleva, a nivel físico y psíquico”.

Los hombres también sufren

El debate del síndrome postaborto ha dejado fuera de la ecuación a los hombres, como si el tema no fuera con ellos. La realidad es que, aunque quizás es un dolor que da menos la cara, hay muchos hombres que sufren también las consecuencias del aborto.

José tiene 52 años y, en 1994, cuando estaba en los primeros cursos de carrera, su novia se quedó embarazada. “En esos momentos vivía en un país donde el aborto no era un problema y solo se penalizaba si el feto tenía varios meses. Éramos muy jóvenes y muy pobres, y veíamos imposible tener un hijo en esas circunstancias. Ambos estuvimos de acuerdo en que ella interrumpiera su embarazo de pocas semanas. No veíamos otra opción y, además, en lo personal, tampoco en ese momento le di mayor importancia: aunque era cristiano pentecostal, aquella iglesia no decía nada sobre el aborto en esas primeras semanas; no consideraba que se tratara de eliminar propiamente a una persona, sino solo unas células. El propio nombre del procedimiento, ‘regulación menstrual’, enmascaraba la realidad del aborto; la atenuaba. Cuando acabó todo, ella salió adolorida, desencajada, y a mí me dio vergüenza”.

Aquello sucedió hace 30 años, pero sigue en su memoria. José terminó sus estudios, se echó una nueva novia con la que está felizmente casado y, con el tiempo, ganó conciencia de que no se trataba solo de “unas células”, sino de su hijo.

Y lo sigue “recordando”: le da una figura algo difusa en su mente, y se pregunta cómo sería. “Me acuerdo a diario; no se me ha olvidado la fecha del aborto, y durante todo este tiempo, he tenido un pensamiento dolorosamente recurrente: ‘Ahora tendría 10 años; ahora tendría 20, ahora tendría 31 años’. Sé que tengo un hijo en el cielo; que soy padre. Nunca, fuera de mi familia, había contado aquella experiencia, hasta hoy, pero como tengo fe y sé que Dios me ha perdonado, en ese sentido tengo paz. Yo he rehecho mi vida, pero cuando escucho hablar de que no existe el síndrome postaborto, que es algo acientífico, pienso que –al menos en mi caso– ha sido una realidad, y que no solo afecta a la mujer, sino también al hombre”.

Todos estos testimonios apuntan en la misma dirección: más allá del debate científico sobre si existe un síndrome o no, es importante no silenciar las experiencias -muchas veces dolorosas- de quienes han afrontado un aborto. Y dejar a un lado las ideologías para hacer políticas propositivas que ayuden a las mujeres embarazadas.»

Aquí acaban los relatos del artículo de Ana Sánchez de la Nieta. En mi opinión, en el fondo de la cuestión, late la realidad del aborto provocado: se quita la vida a un niño no nacido.

Reflexiones sobre la “Dilexi te”

Publicamos este artículo de Rafael Gómez Pérez en Aceprensa:

Giacomo Conti (1813-1888), “La parábola del buen samaritano”

Giacomo Conti (1813-1888), “La parábola del buen samaritano

La exhortación apostólica Dilexi te no ha interesado especialmente a los medios generalistas, que, como mucho, han dado la noticia y repetido lo que el mismo León XIV escribe: que el documento estaba ya preparado por el papa Francisco y que él había añadido algunas reflexiones.

No es muy feliz el destino de la mayoría de los documentos con enseñanzas de los Papas. En cambio, deberían ser el punto de partida de reflexiones personales de muy variada extracción, dentro y fuera del catolicismo. Sigue a continuación lo que, después de dos atentas lecturas, me ha sugerido.

¿Qué es un pobre?

El motivo principal y el hilo conductor de todo el documento es la opción preferencial de la Iglesia por los pobres. Pero cabe preguntarse: ¿qué se entiende por pobre? El sentido inmediato es “persona que carece crónicamente de los medios necesarios para llevar una vida digna”. En ese sentido, el antónimo es rico, o persona que tiene bienes más que suficientes para llevar una vida incluso de lujo. Esa contraposición inmediata está recogida en el Evangelio, en la parábola del rico epulón y del pobre Lázaro (Lucas 16, 19-31).

Pero cuando se afirma la “opción preferencial por los pobres” no se niega que haya una opción preferencial previa, más amplia y no excluyente de las demás: por los pecadores. “No he venido a salvar a los justos, sino a los pecadores” (Lucas 5, 32). De ahí que “habrá en el cielo mayor gozo por un solo pecador penitente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia” (Lucas 15, 7). Entre esos pecadores habrá ricos y pobres. ¿Más ricos que pobres? Es inviable generalizar; habría que ver caso por caso. Ni el ser rico es una propensión a pecar y condenarse, ni ser pobre una garantía de salvación. Cada ser humano es un mundo, cuyo interior solo conoce Dios.

Lo mismo puede decirse de todos los otros “pobres” que aparecen en el documento: enfermos, emigrantes, cautivos o esclavizados (con modos no tan distintos a los antiguos, como lo demuestra la trata de personas), reclusos, ancianos. En algunos casos (enfermos, reclusos, ancianos) no necesariamente pobres en sentido económico. Por eso, mejor que el término pobre es el de “necesitado” o “vulnerable” o “indigente”, que quiere decir que necesita algo esencial para la vida, que pueden ser los bienes económicos, pero también, por ejemplo, compañía en la soledad. El célebre pasaje del juicio final (Mateo 25, 34-46) incluye al pobre (tuve hambre, tuve sed, no tuve de qué vestirme), pero también a quien no es necesariamente pobre pero sí necesitado: enfermo, encarcelado. Dilexi te recoge esa realidad:

«Existen muchas formas de pobreza: aquella de los que no tienen medios de sustento material, la pobreza del que está marginado socialmente y no tiene instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades, la pobreza moral y espiritual, la pobreza cultural, la del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad» (n. 9).

Por otro lado, la opción por los pobres, o sea, la conmoción ante la desgracia ajena es, aún antes que cristiana, humana. El mismo Evangelio lo apunta en la parábola del buen samaritano. Ese hombre no era, para los judíos, un verdadero creyente, sino, en esencia, un extraño, a quien ni siquiera se le dirigía la palabra. Como era también samaritano el único de los diez leprosos curados (ricos o pobres) que volvió para mostrar su agradecimiento (Lucas 19, 11-17).

Ni antes ni después de la fundación de la Iglesia, esta ha tenido el monopolio ideal de la opción por los necesitados. El corazón que se conmueve ante la desgracia ajena es un don de Dios, repartido también antes del cristianismo. Se puede pensar que formaba parte de esas “semillas del Verbo”, sobre lo que escribe san Justino (siglo II) en la primera Apología.

La continuidad de la humanidad

Cristo recoge y da profundidad divina a ese sentido de humanidad. Después, la Iglesia, desde el principio hasta hoy mismo, se ha dedicado de forma incesante a la atención de las personas necesitadas. Así se resume en la parte final de Dilexi te:

«He decidido recordar esta bimilenaria historia de atención eclesial a los pobres y con los pobres para mostrar que esta forma parte esencial del camino ininterrumpido de la Iglesia. El cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia, como un faro de luz que, desde el Evangelio, ha iluminado los corazones y los pasos de los cristianos de todos los tiempos. (…). El amor a los que son pobres –en cualquier modo en que se manifieste dicha pobreza– es la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios» (n. 103).

“En cualquier modo en que se manifieste dicha pobreza”, es decir, en los casos o situaciones de necesidad, de vulnerabilidad, de indigencia. El socorro al necesitado es socorro al mismo Cristo. Por eso, “no estamos en el horizonte de la beneficencia, sino de la Revelación; el contacto con quien no tiene poder ni grandeza es un modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia. En los pobres Él sigue teniendo algo que decirnos” (n. 5).

Y, cuando entre los múltiples ejemplos de cristianos entregados a la ayuda del necesitado, se refiere a santa Teresa de Calcuta, escribe: “Teresa no se consideraba una filántropa ni una activista, sino esposa de Cristo crucificado, a quien servía con amor total en los hermanos que sufrían” (n. 77). Es algo que está presente en todo el documento:

«La tradición cristiana de visitar a los enfermos, de lavar sus heridas, de consolar a los afligidos no se reduce a una mera obra de filantropía, sino que es una acción eclesial a través de la cual, en los enfermos, los miembros de la Iglesia “tocan la carne sufriente de Cristo” (n. 49).

Es eso, pero no solo eso. La reducción de Jesús sólo a un Jesús sufriente, pobre, deja a un lado otros aspectos de Cristo: tiene autoridad, y la ejerce, para denunciar la hipocresía de los fariseos (Mateo 23, 4-15) o para limpiar el templo de mercaderes (Mateo 21, 12-17). En casa de Simón, el fariseo, le echa en cara, en comparación con la pecadora, que no haya tenido con él los gestos y ritos de cortesía (Lucas 7, 36-50). Él tiene todo el poder, aunque ahora no lo manifieste: “Y entonces verán al Hijo del hombre, viniendo en una nube con gran poderío y gloria”. (Lucas 21, 27). No viste como un pobre: “Los soldados, pues, como hubieran crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y la túnica. Era la túnica sin costura, tejida de arriba toda ella. Dijeron, pues, entre sí: No la rasguemos, sino echemos suerte sobre ella, a ver de quién será” (Juan 19, 21-24).

Durante muchos años Jesús se dedica a un oficio manual, que daba para vivir sin lujo, pero también sin miseria. “¿No es este el carpintero, el hijo de María?” (Lucas 6, 3), “¿No este el hijo del carpintero?” (Mateo 13, 55), dicen sus vecinos de Nazaret, cuando lo ven al cabo del tiempo.

Jesús es pobre y es rico. Es sufriente y glorioso resucitado. Se desvive por las personas necesitadas, también si es un rico que ha de cambiar de vida, como cuando le dice al bajito (y rico) Zaqueo, encaramado en un sicómoro: “Zaqueo, date prisa en bajar, porque hoy he de parar en tu casa” (Lucas 19, 5). Nadie se ha humillado como Cristo, pero es el mismo Verbo encarnado, Redentor del mundo y, con el Padre y el Espíritu Santo, creador del universo.

Por válida que sea la opción preferencial por los pobres no puede ser una reducción del Evangelio a ese único enfoque. Como se lee en la exhortación:

Esta “preferencia” no indica nunca un exclusivismo o una discriminación hacia otros grupos, que en Dios serían imposibles; esta desea subrayar la acción de Dios que se compadece ante la pobreza y la debilidad de toda la humanidad y, queriendo inaugurar un Reino de justicia, fraternidad y solidaridad, se preocupa particularmente de aquellos que son discriminados y oprimidos, pidiéndonos también a nosotros, su Iglesia, una opción firme y radical en favor de los más débiles (n. 16).

Acertaba Pascal cuando escribía: “Para entender a un autor es necesario hacer que concuerden todos los pasajes contrarios”.

Cuando los conflictos se cierran en falso

Publicamos este artículo de Antonio R. Rubio en Aceprensa. Si se me permite un comentario antes de transcribirlo, diría que la solución final es un gran acuerdo de Europa con Rusia, con la antigua Rusia:

Han pasado cien años desde la conclusión del tratado de Locarno el 16 de octubre de 1925, con el que se pretendía estabilizar Europa tras la Primera Guerra Mundial. Seis años antes se había aprobado el tratado de Versalles, por el que Alemania fue obligada a aceptar la responsabilidad en el desencadenamiento del conflicto y tuvo que soportar humillantes sanciones económicas y pérdidas territoriales.

La concesión de los Premios Nobel de la Paz de 1925 y de 1926 fue un ejemplo del triunfo del “espíritu de Locarno”, pues les fueron otorgados, entre otros, al ministro de Asuntos Exteriores británico, Austen Chamberlain, a su homólogo francés, Aristide Briand, y al canciller alemán, Gustav Stresemann. Todos ellos habían participado en las negociaciones de Locarno.

Triunfo y fracaso del sistema de Locarno

Sin embargo, pocos años después, la crisis económica de 1929 y la llegada al poder del nacionalsocialismo pusieron un abrupto final al sistema de paz y seguridad suscrito en Locarno. Es cierto que hubo circunstancias externas que los signatarios no supieron prever, pero los fallos también estaban en el contenido del tratado.

Se alimentó la ilusión de que se había alcanzado una paz estable en Europa, porque los países firmantes, como Alemania y Francia, se comprometieron formalmente a resolver sus diferencias por medios pacíficos, con el auxilio de tribunales o comisiones internacionales, y no recurrir a la guerra salvo en caso de legítima defensa (art. 2). Se trataba de un hito histórico que, pese a todo, no sería suficiente para lograr una paz estable.

Una década después, la Alemania hitleriana ocuparía la zona desmilitarizada del Rin junto a la frontera francesa, impuesta en el tratado de Versalles. Todo ello, a pesar de que en el art. 4 del tratado de Locarno se consideraba “una concentración de fuerzas armadas en la zona desmilitarizada” como una infracción grave y un motivo merecedor de “una acción inmediata”. Francia llevó el asunto al Consejo de la Sociedad de Naciones, pero no obtuvo el apoyo de Gran Bretaña, que prefería una política de apaciguamiento con Alemania, para no iniciar nuevas hostilidades en Europa. Los británicos dejaron claro que no respaldarían ninguna intervención armada.

Un aspecto llamativo del tratado de Locarno se refiere a la intención de evitar una nueva guerra entre Alemania y Francia, aun a sabiendas de las duras condiciones de paz impuestas en Versalles. De ahí que en su preámbulo se exprese “la necesidad de asegurar la paz en la zona que ha sido con tanta frecuencia escenario de los conflictos europeos”. Pero, al mismo tiempo, en el art. 6 se reitera que las disposiciones del tratado no afectan a los derechos y obligaciones contraídos por las partes en el tratado de Versalles.

Locarno no fue una reconciliación francoalemana, porque no se basaba en la cooperación, sino en el equilibrio

No estamos, por tanto, ante una efectiva reconciliación francoalemana, como lo sería la Declaración Schuman, origen de las Comunidades Europeas en 1950. Se entiende, porque el sistema de Locarno no se basaba en la cooperación, sino en el principio de equilibrio, fundamento de la seguridad europea desde el siglo XVII. En efecto, el tratado proporciona unas garantías complementarias al Pacto de la Sociedad de Naciones y a otros tratados posteriores a la contienda. En ningún caso cabría modificar el statu quo territorial salido de dicha normativa, pero a la Alemania vencida se le estaba ofreciendo la posibilidad de ingresar en la Sociedad de Naciones, una importante contribución para que los alemanes salieran del aislamiento impuesto por la derrota. Este ingreso se haría efectivo en 1926, una vez ratificado el tratado por todos los países firmantes.

Inquietud en el lado oriental

La euforia con la que franceses y británicos saludaron el tratado de Locarno contrastó con la inquietud con que lo recibieron los líderes políticos polacos y checoslovacos. Había una garantía, incluso militar, para las fronteras occidentales de Alemania con Francia y Bélgica en caso de alguien las atacara, y dicha garantía tenían que proporcionarla Gran Bretaña e Italia (art. 2).

Sin embargo, esta disposición no se aplicaba a las fronteras orientales, principalmente porque Alemania no las aceptaba como definitivas, al contrario que las occidentales, y solo se comprometía a negociar su posible modificación por medios pacíficos. Surgieron, por tanto, dos tratados de arbitraje de Alemania, con Polonia y Checoslovaquia, cuyo contenido era idéntico a los establecidos con Francia y Bélgica. Con todo, en esos dos primeros tratados se añadió un artículo final que hacía referencia a que el tratado no modificaría en nada “los derechos y obligaciones de las altas partes contratantes como miembros de la Sociedad de Naciones”. Si tenemos en cuenta que el tratado de Versalles formaba parte del Pacto de la Sociedad de Naciones, Alemania no podía hacerse demasiadas ilusiones sobre cualquier revisión de las fronteras impuestas en Versalles.

La decepción de Polonia y Checoslovaquia fue aún mayor, pues interpretaban Locarno como un abandono por parte de Francia, que había firmado tratados de seguridad con ellas. Poco a poco, empezarían a valorar un acercamiento a la Unión Soviética por medio de pactos de no agresión. Esto se puso en práctica con el acuerdo polaco-soviético de 1932 y el checoslovaco-soviético de 1935. La amenaza de la Alemania nazi se hacía cada vez más patente, pero Stalin no sería precisamente el salvador de los dos países centroeuropeos, pues a partir de 1945 cayeron en la órbita soviética.

Los armisticios no significan la paz

Con ocasión del centenario del tratado de Locarno no han faltado las comparaciones con los Estados Unidos de ahora y entonces. Hace un siglo, las presidencias republicanas de Warren Harding y Calvin Coolidge practicaron una política aislacionista, en contraste con la presidencia del demócrata Woodrow Wilson, fundador de la Sociedad de Naciones, en la que Estados Unidos ni siquiera llegó a ingresar. El eslogan de los presidentes republicanos era America First, retomado por Donald Trump, y esto llevaba a Washington a desentenderse de los asuntos de Europa. Por eso, Locarno fue un asunto exclusivamente europeo. Las grandes potencias europeas de entonces, Francia y Gran Bretaña, aparecían como garantes de la seguridad en el continente, aunque no parecían tener conciencia de vivir en un estatus provisional. Tarde o temprano, dos países condenados al aislamiento, Alemania y la Unión Soviética, se recuperarían y acabarían jugando un papel protagonista en el escenario europeo.

Hoy es frecuente la confusión entre la paz y el armisticio, acaso porque los conflictos bélicos actuales producen tantas víctimas civiles, que un alto el fuego siempre es una gran noticia. Con todo, eso no es suficiente, porque si no se abordan las raíces de los conflictos, existirá el riesgo de que se reanuden los enfrentamientos. Por eso, siempre se ha dicho que los grandes tratados de la historia solo han sido pausas o armisticios antes de una nueva guerra. El tratado de Locarno quería ir más allá y se basaba en el multilateralismo y las medidas de confianza y respeto de las partes implicadas. Su posterior fracaso se debió tanto a la falta de voluntad política como al aplazamiento indefinido de discrepancias que no podían ser solucionadas en aquel momento, como era el caso de las fronteras orientales alemanas.

Por eso es difícil de admitir que un comportamiento unilateral en las relaciones internacionales pueda ser una contribución a la paz. Por el contrario, el camino hacia la paz guarda relación con las soluciones intermedias, que en la mayoría de los casos son las únicas posibles para obtener una paz con cierta justicia. Toda política exterior basada en gestos, declaraciones o efectos es efímera por naturaleza. En el mejor de los casos, se alcanzará una paz precaria. La historia demuestra, sobre todo en el último siglo, que una auténtica paz no puede alcanzarse al margen del Derecho internacional, por mucho que se acuse a las organizaciones internacionales de ineficacia y poca operatividad. Conviene no olvidar que las organizaciones no suelen ser nada por sí mismas y que su funcionamiento depende del compromiso de los Estados miembros.

Un armisticio en Ucrania no garantizaría la paz, en la medida en que Rusia se considera en posesión de unos derechos históricos sobre el territorio ucraniano

Sin embargo, hay que admitir que el Derecho internacional no pasa por sus mejores momentos. Los Estados Unidos de Trump apuestan por el unilateralismo, mientras que la Rusia de Putin y la China de Xi Jinping suelen hacer referencias al Derecho internacional en sus declaraciones públicas, pero siempre entendido como un derecho de los Estados, que identifican con sus respectivos pueblos e indiscutiblemente con sus líderes supremos.

¿Un Locarno para Ucrania?

¿Puede ser el tratado de Locarno un modelo inspirador para una futura paz en Ucrania? Desde un punto de vista formal, sería interesante, como hace un siglo, que las partes enfrentadas tuvieran garantías de seguridad de terceros países y que se comprometieran a resolver sus diferencias por medios pacíficos. Sin embargo, el conflicto ucraniano es mucho más que el de dos países enfrentados por disputas de territorio. La invasión rusa de 2022, al igual que la anexión de Crimea en 2014, cuestionó todo el marco de seguridad en Europa establecido en la posguerra fría. Por tanto, un cese de las hostilidades en Ucrania y la posible fijación de una línea divisoria en el frente no significaría la paz. Los ucranianos se verían obligados reconocer de facto sus pérdidas territoriales, pero el problema estaría en el establecimiento de unas garantías de seguridad. Rusia se opone frontalmente al despliegue de tropas de países occidentales en Ucrania, sobre todo si son miembros de la OTAN. Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores ruso, declaró el pasado 20 de agosto que su país se reserva el derecho de veto sobre ese tipo de garantías de seguridad.

La actitud inflexible de Rusia demuestra que las preocupaciones de Moscú no solo están relacionadas con su seguridad, aunque Putin señalara hace tiempo que una de las causas del conflicto era la expansión de la OTAN hacia el este. Si eso fuera así, Rusia podría conformarse con anexiones territoriales y garantías de seguridad. Pero el conflicto de Ucrania parte de una concepción esencialista de la nación rusa con una representación concreta del mundo, del espacio y de la historia. Rusia se considera en posesión de unos derechos ancestrales sobre unos territorios históricos, que en su día formaron parte del imperio de los zares. En consecuencia, no caben otras salidas que las anexiones y las zonas de influencia. Por eso, un armisticio en Ucrania, e incluso un tratado formal, no garantizaría la paz, porque –pese a las ganancias territoriales rusas– Moscú difícilmente aceptaría que Ucrania pudiera integrarse en Europa, aunque renunciara a formar parte de la OTAN.

Es el odio (sí, y el rifle)

Publicamos este artículo de Luis Luque en Aceprensa:

Cuando Charlie Kirk recibió el disparo que unos minutos después le arrebataría la vida, estaba haciendo lo que mejor sabía: debatir, intentar desarmar argumentalmente a sus contrarios para ponerles otras razones en sus manos. Pero algunos las tenían ocupadas en taparse los oídos. Alguno, incluso, ocupadas en sostener un máuser con el mínimo pulso, sin nervios…

Por desgracia, el asesinato del joven polemista conservador no será el último que la violencia política se llevará por delante en Estados Unidos. Como afirmación de un simple observador externo puede parecer atrevida, pero la relación de incidentes contra personajes públicos, vinculados o no directamente a los dos principales partidos nacionales, es abultada. Ahí está la bala que le surcó la oreja a Donald Trump, el brutal ataque al marido de la presidenta de la Cámara, Nacy Pelosi; la muerte a tiros de Melissa Hortman, representante demócrata en el Congreso de Minnesota…

Y claro, los medios están a la mano. Según datos de 2023 ofrecidos por el FBI, las pistolas estuvieron presentes en el 53% de las 13.529 muertes por disparos en ese país; las escopetas, en el 1%; los rifles, en el 4%, y en el 42% restante se utilizaron otras armas de fuego “de tipo no especificado”. Si se calcula que hay entre 400 y 500 millones de estas armas en poder de la población (y el número de residentes del país no llega a los 332 millones), uno podrá imaginar que el pastor que leerá el salmo 22 en las exequias de Kirk –o el que lo hizo en las de Hortman y su esposo– volverá al camposanto antes de lo que desearía.

Porque el clima es propicio. Kirk, un rival temible en la arena de la palabra, plantaba la tienda dondequiera que era emplazado, con especial querencia por los campus universitarios –de hecho, estaba al inicio de una gira por una decena de ellos–. Pero al debate se va por un camino empedrado de lecturas, de reflexión, de reconsideraciones, y muchos prefieren el trillo. Una encuesta reciente de la Foundation for Individual Rights and Expression (FIRE) a más de 68.000 estudiantes norteamericanos de educación superior muestra que, para el 34%, está bien hacer uso de la violencia para acallar opiniones contrarias en sus centros (otra variante, más “tranquilizadora” y que da por buena el 72%, es emprenderla a gritos con el conferencista para que baje del estrado y se largue). También un sondeo anterior, de 2024, pero con población general, halló que el 20% de los consultados consideraba justificada la violencia política “al menos algunas veces”.

David French, columnista del New York Times y adversario ideológico de Kirk, lo tiene claro: “Si seguimos así, Charlie Kirk no será el último en morir”. El analista toma nota de algunos exabruptos online, con llamados a la venganza, al ojo por ojo –“estamos en guerra”, “esto es la guerra”–, y advierte de que un hecho así puede costarles a sus compatriotas el país tal como lo han conocido: “Lo perdemos cuando dejamos de ver a nuestros oponentes como humanos, cuando anhelamos la venganza más que la paz, cuando la motivación de nuestro compromiso político deja de ser el bien común de nuestra República constitucional (o incluso la simple seguridad de nuestras familias), y se centra en infligir dolor y angustia a nuestros enemigos políticos”.

Algo esto último, por cierto, en lo que todos han sido particularmente punzantes en este primer cuarto de siglo en el que las ráfagas han sido inmisericordes, con Hillary Clinton llamando “despreciables” a los votantes de Trump y este amenazando más de una vez con encerrarla a ella y a la familia Biden al completo. Nadie se extrañe de que, en las redes sociales, los seguidores de cada bando se deseen los unos a los otros las peores monstruosidades, y que aplaudan a rabiar la tragedia de alguno de sus contrarios. Como si el exaltado tuitero no tuviera a esa misma hora en casa a su esposa leyendo tranquilamente una revista y a sus niños correteando detrás de un cachorro. Como si no los tuviera aquel a quien él desea fulminar.

Para algunos, dentro y fuera de EE.UU., no hay remedio, porque se trataría de un problema esencialmente norteamericano, de una marca indeleble. “Esta nación necesita afrontar la violencia que parece estar en nuestro ADN”, lamenta un escritor en Newsweek, quizás en línea con la curiosa tesis de Michael Moore en Bowling for Columbine (2002) de que el terror y el crimen se arraigaron a esa idílica y pacífica tierra únicamente cuando llegaron los peregrinos del Mayflower armados de mosquetes, y no pueden desterrarse. Y uno se encoge de hombros al recordar la de cabezas que rodaron en París o en La Vendée siglo y medio después de aquello; atrocidades que no parecen haber condicionado en absoluto los actuales niveles de criminalidad de Francia, bastante más bajos que los de EE.UU.

Sí: la diferencia puede ser el máuser. Puede ser que quien lo tiene no debería tenerlo –el propio Kirk, devoto defensor de la 2da. Enmienda, no estaría de acuerdo, pero los hechos están ahí–. Es el odio profundo al rival, seguramente, pero el odio, a efectos de que el contrario siga vivo o no, no es per se el problema: es su conjunción con el dedo en el gatillo. En España, en el Congreso de los Diputados, he visto pasar a una diputada junto al escaño de un colega de otro signo y gritarle a todo pulmón: “¡Fascista!” –¿acaso hay que guardar las formas ante un “miserable fascista”, se preguntará?–, tras lo cual sus seguidores la han secundado y afirmado en su histérica reacción. He visto a estudiantes boicotear a conferencistas de derechas en sus universidades, pedir su expulsión, intentar golpearlos…

Pero a nadie apostado con un rifle en una azotea, al acecho. Porque no hay armas accesibles. Normalmente no en las manos equivocadas. Quizás, en lo que los estadounidenses se sientan a esperar largamente que los odios se enfríen, deberían empezar por ahí: por repensar esa extraña libertad. Pero no sucederá.

Queda solo esperar que pase el próximo cortejo.

Progresismo de la abundancia, ¿una izquierda capitalista?

Publicamos este artículo de Aceprensa por Josemaría Carabante:

Siempre que un partido pierde las elecciones suceden dos cosas: se buscan culpables y se pretenden hacer ajustes ideológicos. Pasó en Estados Unidos cuando cayeron los republicanos, en la época de Obama, y de ahí arrancó el Tea Party. Ahora, tras la victoria de Trump y su partido, en el espacio de los demócratas surge el “liberalismo de la abundancia”.

La irrupción de esta tendencia “liberal” (en sentido norteamericano; en Europa se diría “progresista” o “izquierdista”) es reciente y se debe, en efecto, al interés por articular una propuesta política que posibilite el rearme demócrata. La noción de liberalismo de la abundancia alude a una corriente en el seno de la izquierda norteamericana que se ha originado en el entorno de algunos think tanks y movimientos, y que varios libros publicados recientemente se han encargado de difundir.

Apostar por el crecimiento

En el nuevo contexto, las fronteras tradicionales entre la izquierda y la derecha se han vuelto porosas e incluso cabría decir que confusas. Pero eso no tiene por qué ser malo: por ejemplo, a la derecha siempre se le ha reprochado su atención prioritaria por los problemas económicos y por la seguridad, así como por la dejación que ha hecho de la cultura o los valores, feudos más intensamente trabajados por la izquierda, que en cambio se ha mostrado menos interesada en incentivar la producción y contener la deuda.

El liberalismo de la abundancia busca llenar esta laguna e interesarse por el crecimiento y el desarrollo sin renunciar a los ideales igualitarios. Como explican Ezra Klein y Derek Thompson, periodistas que han hecho suya la expresión, la izquierda debe tomar conciencia del agotamiento de su paradigma clásico y cambiar el mantra de la redistribución por el de estimular el crecimiento. Así, constituye una alternativa al decrecimiento.

Abundance

Es bastante expresivo ya el título del ensayo escrito a cuatro manos por Klein y Thompson: Abundance. Según los periodistas, la victoria de Trump no se debe a la transformación de la mente americana, sino a la constatación por parte de los ciudadanos de que se ha incrementado el coste de vida y que, a causa de la escasez, el país debe apretarse el cinturón, restringir la inmigración y regresar al proteccionismo económico, como reivindica el trumpismo.

Parálisis regulatoria

Sea como fuere, parece que estamos ante un brete económico que no se puede solventar con las recetas clásicas. A tenor de lo sugerido por quienes promueven el liberalismo de la abundancia, los tradicionales arreglos progresistas solo pueden acentuar más la sensación de carencia y confirmar esa opinión según la cual la izquierda no sabe gestionar.

Para quienes defienden el liberalismo de la abundancia, la excesiva regulación y las rémoras burocráticas a la innovación dificultan el crecimiento económico y originan la sensación de escasez o crisis

Marc Dunkelman, investigador en el Instituto Watson de Brown University y con dilatada experiencia como asesor del partido demócrata, ha estudiado la devaluación del liberalismo intervencionista en Estados Unidos desde la década de los setenta. En Why Nothing Works analiza un conjunto de decisiones políticas que, en su opinión, han desencaminado al país, alejándolo de la senda del progreso.

En concreto, se refiere a la excesiva regulación y a las rémoras burocráticas a la innovación que dificultan el crecimiento económico y originan la sensación de escasez o crisis. Ciertamente, en el momento de expansión industrial, a mediados del siglo pasado, era necesario controlar el crecimiento, pero hoy existe una amalgama de reglamentos y leyes incoherente y poco compatible con el desarrollo económico.

El caso de la alta velocidad en California es sintomático: se quería construir una línea rápida entre Los Ángeles y San Francisco. El coste final, más de 100.000 millones de dólares, ha triplicado la previsión presupuestaria, que estaba en torno a de 33.000 millones. La obra no tiene todavía fecha de finalización, y todo debido a las incontables auditorias y los miles de informes y permisos necesarios.

Mala gestión demócrata

A la regulación se añade la multiplicación de órganos administrativos de control y la denominada “vetocracia”, un fenómeno al que se refirió ya en su momento Francis Fukuyama. Debido a ello, políticas tan básicas y supuestamente de izquierdas como “construir viviendas, mejorar las infraestructuras, promover la innovación o fomentar el desarrollo industrial” quedan paralizadas o se abandonan.

Tampoco la gestión demócrata sale bien parada si se comparan los distritos donde gobierna y los más dinámicos donde se aplican políticas republicanas. En los primeros, como Nueva York, San Francisco o Los Ángeles, “hay obstáculos al progreso (…) y numerosos y costosos requisitos, lo cual exige mucho tiempo, como la obligatoriedad de seguir en las políticas de contratación la normativa DEI, las reglas sindicales y otras”, sostiene J. Oliver Conroy en The Guardian.

Según Yoni Appelbaum, periodista de The Atlantic, con la inoperancia demócrata Estados Unidos ha pasado de ser la “tierra de las oportunidades” a un lugar donde quien emprende o busca hacer fortuna encuentra cada vez más lastres. Así, en su ensayo, Stuck. How the Privileged and the Propertied Broke The Engine of American Opportunity, estudia cómo la zonificación urbanística ha incrementado la desigualdad y la marginalización de los más desfavorecidos. Estos, en lugar de encontrar ocasiones para salir de la pobreza, se ven inmersos cada vez más en ella.

Dos factores de escasez

Pero ¿cómo se ha llegado a esta situación de escasez de recursos, de parálisis pública, de anquilosamiento? Aunque no se puede reducir el problema a un solo factor, los defensores del liberalismo de la abundancia aluden casi de consuno a dos dinámicas que revelan hasta qué punto el mensaje de la izquierda o no ha calado o se muestra paradójico.

En primer lugar, hacen referencia a lo que en inglés se denomina nimbyismo, término procedente del acrónimo NIMBY, “Not In My Back Yard”, literalmente “no en mi patio trasero”. Se refiere al rechazo de servicios o instalaciones que son de interés público pero que molestan a los que los tienen cerca. Piénsese en el establecimiento de una cárcel o de un vertedero.

Klein menciona, en segundo término, la “política de todo en uno” que hasta ahora predica la izquierda, consistente en mezclar valores y proyectos políticos, ofertándolos en bloque, de modo que cualquier medida económica debe ser de izquierdas, a la vez que velar por el impacto ecológico y la perspectiva de género. Eso las hace inviables a menudo.

Con su énfasis en la abundancia, lo que desean estos críticos es que la acción gubernativa se dirija a la producción y mejora de bienes y servicios

Producir, no repartir

El liberalismo de la abundancia cuenta con defensores y detractores, pero ni unos ni otros niegan que supone un evidente cambio de paradigma en el seno de la izquierda. En primer lugar, ayuda a centrar el debate político en temas que inquietan a la ciudadanía, alejándolo de las ideologías identitarias, como muchos habían reclamado. Pero es que, además, exige desistir del dogma redistribucionista y apostar por la búsqueda del crecimiento.

El cambio no es baladí: hasta ahora se pensaba que el sector privado generaba riqueza y la misión del gobierno consistía en distribuirla equitativamente. Pero las crisis cíclicas menguan los recursos que repartir. Con su énfasis en la abundancia, lo que desean estos críticos es que la acción gubernativa se dirija a la producción y a la mejora de bienes y servicios.

Hasta qué punto pueden cambiar las cosas si se consolida esta transformación ideológica lo expresan gráficamente en su libro Klein y Thompson. Describen cómo puede ser Estados Unidos de 2050: un país con energía renovable, barata, lleno de oportunidades, con una ciudadanía satisfecha. No piensan, sin embargo, que esta imagen sea una utopía, sino el resultado de combatir, principalmente, tres problemas –crisis de vivienda, escasez de mano de obra, problemas energéticos– con los medios adecuados: energías limpias, inteligencia artificial e innovación.

¿Oferta o demanda?

A tenor de lo que indican quienes definen esta versión más capitalista de la socialdemocracia, no puede decirse que sus propuestas sean novedosas. Desde un punto de vista macroeconómico, el liberalismo clásico, no intervencionista, criticaba el estímulo a la demanda propuesta por los keynesianos, ya que podía conducir a la quiebra y al empobrecimiento.

Klein indica: “El problema es que, si se subvenciona el coste de productos escasos, entonces necesariamente subirá su importe y habrá cada vez más escasez”. De ahí que tanto él como Thompson se declaren “progresistas de la oferta”, y que animen a los políticos de izquierdas a tomarse las decisiones para promocionar el crecimiento y la innovación con la misma seriedad que los subsidios, especialmente en las áreas más preocupantes: casas asequibles, educación, atención médica, alimentación y otros servicios esenciales.

Ahora bien, ¿cuáles han sido tradicionalmente los medios para activar la oferta? El liberalismo conservador se decidió por operar a través de reducciones de impuestos y la limitación del tamaño del Estado. El de la abundancia no ofrece propuestas concretas, ya que en su opinión lo relevante no es presentar una lista de medidas, sino “un conjunto de soluciones políticas, como un nuevo conjunto de preguntas en torno a las cuales debería girar nuestra política. ¿Qué es escaso y debería ser abundante? ¿Qué es difícil de construir y debería ser fácil? ¿Qué inventos necesitamos y aún no tenemos?”.

Abundancia o populismo

Por ahora, el liberalismo de la abundancia no se ha encarnado en una corriente definida dentro del partido demócrata. Pero algunos demócratas están recogiendo el guante. Así, Sohale Mortazav, de Unherd, sitúa a Gavin Newson, gobernador de California, cerca de esta nueva sensibilidad progresista. Newson presentó hace unos meses un plan económico centrado en la mejora de las infraestructuras y en la inversión pública en innovación, sin apenas referirse a típicas medidas redistributivas.

Y aunque es una falacia presentar esta nueva corriente como si supusiera abrazar las tesis neoliberales, algunos comentaristas lo han hecho, y se ha constituido, con el apoyo de políticos de renombre, como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, una facción contraria, llamada “Luchando contra la oligarquía”, que defiende el populismo de izquierdas y achaca todo el mal presente al espíritu neoliberal y al egoísmo capitalista.

Sea como fuere, el liberalismo de la abundancia muestra la vitalidad ideológica actual, tan frecuente en tiempos de crisis, y que hay una cosa que todo ciudadano desea: que los políticos se interesen por los temas que les preocupan.

La familia

Esta vez va a ser breve, quizás porque lo bueno si breve, mejor…

No hace muchos días estuve en una reunión familiar con mis nietos, sus numerosos primos, sus padres y abuelos… Lo pasamos muy bien -era una casa de campo en los montes de Toledo-, no sólo por la comida al aire libre, ni por lo soberbio de la naturaleza…, era que los niños estaban jugando ellos solos, se lo pasaros mejor que nosotros, y no daban trabajo, al contrario, daba gusto estar con ellos viendo como jugaban con los gatitos.

Quiero decir con esto que, si la familia funciona, todo son facilidades: los problemas seguirán existiendo, pero lo que pareciera ser un estorbo puede ser algo agradable, lo que pueda ser duro es mas llevadero, lo que es motivo de disputa es motivo de ayudar a los demás.

Sí, los niños nos dejaron disfrutar del día, creo que porque veían cariño; si no, hubieran estado oscos, llorones, nos hubieran dado el día, y con toda razón.

De todas las maneras no es fácil que la familia funcione bien, sobre todo con tantos ataques como tiene: por los medios audiovisuales, donde ya no se sabe lo que es una familia, por las leyes del estado donde se facilita mas su disolución que la conciliación familiar, por no hablar de las políticas antinatalistas y abortistas, donde tener un hijo parece mas un drama que una alegría.

En nuestras manos está ver la familia como algo positivo, o al contrario, primero lo mío y después los demás. El remedio es que la genta lo sepa.

Sobre la guerra en Siria y en Ucrania

En este blog quiero referenciar algunos videos con una visión crítica de algunos conflictos actuales en el mundo, aunque mucha más información sería necesaria para tener una perspectiva real del asunto:

Sobre el imperio persa:

Sobre la guerra en Siria:

Denuncian matanzas sistemáticas de civiles por parte de las nuevas autoridades de Siria – Tortuga

Sobre la guerra en Ucrania:

Onlyfans, la estafa de la pornografía “libre y feminista”

Un buen análisis aparece en el siguiente artículo de Ana Sánchez de la Nieta publicado en Aceprensa:

¿Qué es OnlyFans? No es fácil describir una red que engloba retos escabrosos, normalización del sexting, promesas de dinero fácil y rápido, discursos de empoderamiento, pornografía soft y prostitución maquillada. Para algunos, una pancarta liberadora; un negocio para otros; y para casi todas las creadoras de contenido, una trampa.

En los últimos meses, la plataforma OnlyFans ha sido protagonista de muchos titulares. Y ninguno bueno. Desde los bochornosos –y peligrosos– retos sexuales de Lilly Phillips y Bonnie Blue, hasta las investigaciones del regulador británico Ofcom para prevenir el acceso de menores a contenido adulto. Hace unas semanas, fallecía la modelo de OnlyFans Anna Polly al caer desde un balcón mientras rodaba material. En septiembre del año pasado, era otra compañera suya brasileña la que aparecía muerta después de una fiesta en un yate.

Y, sin embargo, un simple rastreo por internet nos habla de una red en expansión, de recaudaciones millonarias y de empoderamiento femenino. Y cabe preguntarse: ¿Cuáles son las causas de su éxito y cuáles son sus riesgos? Y, sobre todo, ¿qué mecanismo ideológico es el que lleva a muchas mujeres a defender como libre y empoderador un trabajo que opera en el mismo escenario que la pornografía y la prostitución?

En el origen, Tim Stokely

OnlyFans es una red social que nació en el año 2016. Su fundador y primer CEO fue el británico Tim Stokely, que anteriormente había desarrollado algunos negocios relacionados con la pornografía. Por eso, aunque inicialmente se planteara como una plataforma similar a Patreon, donde los creadores de contenidos –desde deportistas hasta chefs– subían material exclusivo para sus fans, pronto dejó de ofrecer recetas y consejos de fitness para convertirse en lo que es hoy OnlyFans: una plataforma de contenido erótico, cuando no directamente pornográfico. La pandemia del Covid supuso un punto de inflexión. Los últimos datos hablan de 305 millones de usuarios y 4,1 millones de creadores de contenido. En cuanto a los ingresos, en 2023 la compañía superó los 1.300 millones de dólares, mientras que los creadores de contenido recibieron un total de 5.320 millones de dólares.

Prácticamente todas las creadoras de contenido son mujeres, con una edad promedio de 22 años. El 80% de los usuarios son hombres

Para acceder al contenido, los fans pagan a los creadores cuotas mensuales que van desde los 4,99 euros (aunque hay algunas cuentas gratis) hasta los 49,99 euros. Además, se puede vender contenido diferente, más exclusivo o más privado, que se cobra aparte. La plataforma se queda con un 20% de lo recaudado, y el creador, con lo demás. Aproximadamente, el 79% de los usuarios son hombres de entre 18 y 44 años, mientras que el 97% de las creadoras son mujeres. Según algunos estudios, la edad promedio de las creadoras de contenido es de 22 años, con un rango de entre 18 y 29 años.

Estos datos dibujan una radiografía de lo que siempre ha sido la prostitución: una “industria” en la que los hombres pagan por sexo a las mujeres, que se convierten en trabajadoras sexuales; una industria que, para estas mujeres, siempre ha sido sinónimo de explotación y que, excepto en algunas fantasías hollywoodienses, nunca ha sido aspiracional ni ha gozado de prestigio. Una mujer se prostituía por necesidad económica, casi nunca por voluntad propia.

Esto cambia con OnlyFans. Es la mujer la que entra voluntariamente en esta red, y es ella misma la que graba su contenido en su casa y lo distribuye. Es lo que algunos llaman la uberización de la pornografía y de la prostitución. Desaparecen los intermediarios. Ya no son necesarias las productoras, ni el director, ni los sets de grabación, ni los proxenetas. Cambia también el lenguaje. No se hablará de trabajadoras sexuales sino de modelos y creadoras de contenido. Todo, aparentemente, se simplifica; también el modo de monetizar, que es aparentemente sencillo y rápido. Esta es la razón de que muchos actores de cine porno se abrieran pronto un perfil en OnlyFans. Lo vieron –y lo siguen viendo– como una forma de diversificar sus ingresos y de luchar contra la precariedad del cine X.

Money, money

Pero no fueron los únicos que entraron en OnlyFans. A ellos les siguieron muchas mujeres jóvenes, influencers, trabajadoras o universitarias, casi siempre por una motivación económica. Decenas de “modelos” de OnlyFans declaran haberse hecho ricas en muy poco tiempo vendiendo contenido en esa red. Sophie Ran, una joven estadounidense de 20 años, dejó su trabajo como camarera para abrirse una cuenta. En un año (2024) ingresó 43 millones de dólares. La actriz Bella Thorne y la rapera Bhad Bhabie tardaron menos de 24 horas en ganar un millón de dólares. Son casos extremos, pero no dejan de ser un gancho para muchas jóvenes que ven una manera rápida y aparentemente inocua de ganar dinero.

Para defender OnlyFans, el argumento económico insta a aprovechar un “capital erótico” que, en parte, ya se emplea en otras redes sociales más “suaves”

La realidad es que no es tan sencillo vivir de esta red. Los ingresos de los creadores de contenido siguen una distribución desigual: unos pocos ganan muchísimo dinero, mientras que la mayoría gana muy poco. Algunos estudios sostienen que el 1% de los creadores más populares se lleva un tercio de todo el dinero de la plataforma, y el 10% que gana más se queda con casi tres cuartas partes de los ingresos. Mientras tanto, la mayoría ingresará entre 100 y 180 dólares al mes. Algunos, ni eso.

El capital erótico

¿Realmente merece la pena abrirse una cuenta en una red con contenido pornográfico para ganar 100 dólares? Aquí entra un concepto muy contemporáneo que es el que blanquea con frecuencia la actividad de OnlyFans: el famoso –y controvertido– “capital erótico”, un término acuñado por la socióloga Catherine Hakim, profesora en la London School of Economics. En Honey Money: The Power of Erotic Capital (2011), Hakim defiende que el atractivo físico y sexual de una persona –fundamentalmente de una mujer– es un recurso importante para que ésta mejore su nivel de vida. Con un lenguaje mucho más coloquial, y basándose en una investigación actual y centrada en lo digital, el periodista Alberto Olmos reflexiona en Tía buena sobre la importancia que otorga nuestra sociedad a la apariencia física de las mujeres. Ahí están las cifras de la industria cosmética o la escalada de cirugías estéticas. Y ahí están los millones de fotos de Instagram o videos de TikTok centrados, precisamente, en subrayar el capital erótico de las dueñas de las cuentas. Como explica Olmos en su libro, y corroboran muchas creadoras de contenido, en muchos casos el paso de una red a otra es muy sencillo. Si con los videos que subo a Instagram o TikTok, con un poco menos de ropa, puedo pagarme una cena o parte de la carrera, ¿por qué no hacerlo? Si la gente ya me está mirando, ¿por qué no sacar rendimiento económico de esa mirada?

A estos planteamientos “pragmáticos”, se suma el discurso del empoderamiento de la mujer que es dueña de su imagen, que trabaja sin intermediarios y en un entorno seguro, y que ahora puede expresar y monetizar su sexualidad con libertad y sin tabúes.

Que a OnlyFans le conviene esta lectura lo demuestra el nombramiento, en julio de 2023, de Keily Blair como CEO de la compañía: una mujer, experta en temas de ciberseguridad y privacidad, que se define como feminista, que evita a toda costa la palabra pornografía aplicada a OnlyFans y que defiende que las mujeres se empoderan al tener el control sobre lo que publican.

Esta idea de empoderamiento es la que llevó también a Victoria Sinis, una joven americana de 26 años, a entrar en OnlyFans como reclutadora de modelos. “Yo veía una red en la que algunas mujeres pobres podrían conseguir recursos económicos. Además, la gente estaba feliz”. Esta percepción cambió cuando comprobó, horrorizada, las peticiones que hacían algunos suscriptores. A los cinco días dejó el trabajo. Y después de una fuerte conversión religiosa, creó la agencia Creating Gems, que ofrece formación y herramientas para aportar contenidos inspiradores en el mundo digital y acabar con la hipersexualización.

Las sombras

Y es que, frente a la idea de empoderamiento, hay también una corriente muy crítica que señala que, más que a nadie, OnlyFans perjudica a las mujeres, y que esta plataforma lo único que ha conseguido es blanquear el negocio del sexo y la explotación sexual. Así lo señalaba también un informe del Observatorio de violencias sexuales contra las mujeres jóvenes publicado en 2023.

El estudio destacaba, además, los daños psicológicos e incluso físicos que sufren algunos creadores de Onlyfans. Lo confirman los testimonios de muchos de los creadores de contenido. Desde amenazas y chantajes para elaborar determinados materiales, hasta agresiones sexuales en encuentros físicos con suscriptores, pasando por episodios de acoso al ser reconocidas como modelos de OnlyFans o al filtrarse el material que subieron a la plataforma; algo que, como han documentado reportajes de investigación recientes, es bastante frecuente.

En otro orden de cosas, hay algunos creadores que han gastado importantes sumas de dinero en modificar su cuerpo para ser más deseables, mientras que otros reconocen que los éxitos económicos de la red no compensan el desgaste psíquico, la soledad y el vacío que les produce estar vendiendo su cuerpo. Hace unos días GQ publicaba una larga entrevista con CJ Clark, un exitoso modelo de OnlyFans que vive solo, interactuando con sus seguidores y con una muñeca sexual. Clark confesaba que se sentía solo y que, a pesar de su éxito, anhelaba el contacto humano: “Un abrazo estaría bien”, señalaba. En el mismo sentido se expresaba una excreadora de contenido que entró en la red a los 18 años. Tres años después confesaba su arrepentimiento: “Pensé que me ayudaría a sentirme empoderada, pero me dejó traumatizada. Han sido los años más miserables de mi vida”. La joven, que encontró en la fe la fuerza para dejar OnlyFans, manifestó que muchas veces sobrepasaba sus límites para contentar a sus suscriptores. Esta situación de estrés y depresión le llevó a pensar en quitarse la vida.

La propia dinámica de la plataforma facilita dar el salto de la “prostitución digital” a la física

Aún hay más sombra: el blanqueamiento de OnlyFans ha hecho que se cree alrededor de la plataforma todo un enjambre de negocios y nuevas profesiones; desde fotógrafos especializados en este tipo de imágenes hasta agencias de “modelos” –donde los “coachs” son casi siempre hombres– que se publicitan alegremente en internet y que recuerdan peligrosamente a las redes tradicionales de proxenetas. Su objetivo es captar mujeres para la plataforma y llevarse una parte del porcentaje de lo que ellas ganan. En algunos casos, este porcentaje roza el 50%. Al contrario que el proxenetismo, esta actividad a día de hoy no está penada.

Un tobogán a la prostitución

De todas formas, dos son los aspectos más oscuros de OnlyFans: el acceso de menores y la conexión con la prostitución tradicional. En 2021, una investigación de la BBC reveló que varios adolescentes habían vendido vídeos explícitos en esta red aprovechando fallos de seguridad. La plataforma habló de descuido y prometió reforzar la seguridad, pero hace unos meses, la agencia Reuters publicó un extensa investigación sobre la red y documentó 30 denuncias en registros policiales y judiciales de Estados Unidos que demostraban que, entre diciembre de 2019 y junio de 2024, se habían publicado más de 200 imágenes y videos explícitos de abuso sexual infantil. Esa misma investigación –que parte precisamente de la agresión sexual en Florida a una joven de 16 años por parte de un hombre al que llevaba meses vendiéndole material en OnlyFans– recogía, además, los testimonios de más de 140 casos de adultos que denunciaban la publicación de material sexual explícito sin su consentimiento. Hacer desaparecer ese contenido de la plataforma, en algunos casos, les ha costado meses.

Por otra parte, por la propia dinámica de la plataforma, que incentiva el contacto personal de los fans con los creadores a través de mensajes, chats o videos exclusivos, es relativamente fácil dar el paso de la prostitución digital a la prostitución clásica.

Sindy Takanashi, que ejerció durante algunos años la prostitución y ahora lucha por abolirla, sentencia en una larga entrevista que “OnlyFans es un tobogán en el que tú te subes y acabas en la explotación sexual. Entre otras cosas porque te expones a un montón de puteros que no se quieren quedar en lo virtual, no se quieren quedar en tus fotos”. Takanashi explica bien el proceso psicológico que experimentan muchas creadoras de contenido que terminan prostituyéndose: “Es verdad que cuando entras en OnlyFans te has puesto unos límites, pero esos límites se van diluyendo. Estás ganando dinero con el sexo y, por eso, cuando te surja la posibilidad de ganar más dinero con un contacto sexual tú ya lo has normalizado, lo has blanqueado. Es muy fácil entrar en la prostitución. Y cuando entras, te metes directamente en el infierno”.

Apoyándose en su experiencia personal, Takanashi cita algunos estudios que afirman que el trauma que experimentan mujeres que han sido prostituidas es mayor que el de un 00 y, por eso, se muestra muy crítica con el mantra de la libertad de la mujer: “A quien habla del empoderamiento y de la libertad de la mujer, en realidad, no le importan las mujeres. En lugar de poner el foco en por qué los hombres siguen pagando por sexo, te hacen pensar en lo libres que son las mujeres. Si les interesaran realmente las mujeres tendrían en cuenta cómo les afecta la prostitución. Y no blanquearían OnlyFans, un negocio que las cosifica absolutamente”.

Con su promesa de independencia económica, su falso discurso de empoderamiento y su lenguaje manipulador que habla de modelos, creadoras, contenidos, coachs y agencias, la red azul (otro eufemismo) supone una trampa peligrosa para hombres y, sobre todo, para mujeres. Un caramelo absolutamente envenenado.